

Apr 8, 2022

Juan Pablo Orlov
Nacidas de avances científicos o innovaciones en ingeniería, las startups deeptech buscan resolver los grandes desafíos de la humanidad.
Nacidas de avances científicos o innovaciones en ingeniería, las startups deeptech buscan resolver los grandes desafíos de la humanidad. Desde la lucha contra el cambio climático hasta los avances en la medicina y la energía, estas empresas buscan transformar descubrimientos científicos en soluciones tangibles que impacten positivamente en la sociedad.
Sin embargo, su camino hacia el mercado no es sencillo. Factores como los riesgos en investigación y desarrollo, la validación científica, los procesos regulatorios y el escalado industrial hacen que su crecimiento sea más largo y complejo que el de las startups tradicionales. A pesar de estos desafíos, su capacidad para transformar industrias enteras sigue atrayendo inversiones.
Las startups deeptech suelen surgir en la intersección de la investigación académica, el acceso a tecnologías avanzadas y el desarrollo de modelos de negocio globales. A diferencia de las startups digitales, donde el riesgo se mide en términos de adopción de mercado, en las deeptech el riesgo se evalúa a través de la validación científica y técnica. Esto requiere equipos de inversión con experiencia en el sector, capaces de entender y gestionar los desafíos únicos que presentan estas compañías.
En la última década, la evolución de la tecnología aplicada a las ciencias de la vida ha sido un motor clave para el surgimiento de startups deeptech. Uno de los avances más significativos ha sido la posibilidad de digitalizar el ADN a partir de la secuenciación genómica. Lo que antes era un proceso costoso y limitado a pocos laboratorios, hoy es accesible y permite comprender con mayor precisión el funcionamiento de los organismos vivos.
Además, herramientas como la edición genética y las simulaciones computacionales permiten modificar genes, predecir resultados y optimizar experimentos antes de llevarlos a cabo en el mundo físico. Por otro lado, tecnologías como la microfluídica, la óptica avanzada, la nanoelectrónica y los sensores supersensibles han revolucionado la forma en que se traducen los datos biológicos en información digital procesable, acelerando los tiempos de investigación.
Este fenómeno es similar al que ocurrió en el desarrollo de software, donde la aparición del open source y las plataformas no-code democratizaron el acceso a la creación de aplicaciones, está sucediendo ahora en el ámbito de las deeptech. Hoy, equipos científicos en Latinoamérica tienen acceso a herramientas y tecnologías similares a las de sus pares en el resto del mundo. Esto permite que talentos locales compitan en la innovación global y contribuyan a resolver problemas que antes parecían inalcanzables.
Uno de los pilares fundamentales para el éxito de una startup deeptech es la formación de un equipo fundador multidisciplinario. Por un lado, es esencial contar con un grupo científico con una trayectoria sólida y un profundo conocimiento en su área de especialización. Es indispensable que al menos uno de sus integrantes esté dispuesto a dar el salto de la academia al mundo empresarial. Por otro lado, incorporar un perfil con experiencia en negocios, capaz de traducir los avances científicos en modelos de negocio viables y escalables, aumenta radicalmente las chances de éxito.
Esta armonía entre ciencia y negocios permite que las startups deeptech no solo desarrollen tecnologías innovadoras, sino que también las lleven al mercado de manera efectiva. Los perfiles de negocios deben estar dispuestos a sumergirse en el mundo de la ciencia, aprendiendo lo suficiente para entender los desafíos y oportunidades que presenta la tecnología. Al mismo tiempo, las personas científicas deben comprender los conceptos básicos relacionados con identificar oportunidades de mercado relevantes que puedan ser resueltas con sus investigaciones.
A diferencia de las startups tradicionales, que parten de una necesidad del mercado para luego diseñar una solución, en las deeptech el proceso suele darse a la inversa: comienzan con un hallazgo científico y buscan aplicaciones prácticas para resolver problemas reales. Este método resulta más apropiado ya que hay una masa crítica de proyectos científicos desarrollados en la región y los equipos científicos han invertido años, e incluso décadas, en desarrollar sus conocimientos muy especializados.
De esta manera, es posible aprovechar microorganismos descubiertos en la Antártida para reparar el daño en el ADN provocado por la radiación UV solar. Otros microorganismos antárticos, en cambio, pueden utilizarse para producir biomateriales capaces de absorber 500 veces su peso en agua como alternativa a los superabsorbentes tradicionales basados en combustibles fósiles. Estas startups no nacieron de la búsqueda de un problema para resolver, sino que partieron de un hallazgo científico que, con el tiempo, encontró su aplicación como solución a un problema de la humanidad.
Autor
Juan Pablo Orlov

